martes, 22 de septiembre de 2015

La mujer que me roba los sueños
ha sido declarada inocente
en el cielo de mi infierno.

Esa mujer no teme el encontronazo
de nuestros labios
Y me habla de su falda
mientras dobla su voz y su sudor
sobre mis torpes manos.

Esa mujer  me pide que espere
Y aquí estoy
comiéndome las prisas por dentro,
por verla desnuda de ropas y mentiras.

La mujer que me habló del paraíso
por el que ahora camino, hecho un adán,
me descubre que entre sus calles de arco iris
su cuerpo es de dirección única,
tal y como lo indican sus senos.

Esta mujer de la que os hablo
me pidió un día bucear entre sus muslos.
Le prometí aguantar la respiración
hasta mi otra muerte.



Y en esas ando,

Esperando no despertar.

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